miércoles, 3 de octubre de 2012

Lo mejor y lo peor del primer debate Obama Romney


En esta ocasión comentaremos algunos aspectos del debate entre el Presidente Obama y el Gobernador Romney. Antes de nada vaya nuestro respeto hacia un proceso electoral en el que no se cuestiona si habrá debate o no sino que se cuestiona cuándo serán los debates y cuándo serán. Mientras tanto en España estamos a la espera de si habrá uno o ningún debate. Esperamos que esta modesta crítica contribuya a formar una opinión más objetiva sobre ambos candidatos. Si me preguntan por un ganador… Obama, sin duda, pero por muy poco.

Lo mejor de Obama

- Hábil, con mano izquierda, en hacer ver la posible ligazón de Romney con el pasado Presidente Bush.
- Presenta sus evidencias de manera localizable "pueden verlo en la página web"
- Se presenta como un hombre de consenso al mencionar varias veces que ha trabajado codo con codo con  Republicanos y Demócratas.
- Se acerca al "hombre común" planteando ejemplos sobre el típico jet privado de gran empresa. 
- Rescata el "sueño americano" cuando menciona a su abuela y su trayectoria "De secretaria a Vicepresidenta de una compañía".
- Señala al futuro y hace ver que eso es lo que cuenta no lo que se ha hecho.
- Se presenta como un debatiente informado al emplear expresiones como "los estudios afirman" o los estudios afirman.
- Uso de su sonrisa cautivadora y afable con cierta frecuencia.
- Se presenta como custodio de una tradición al pasado glorioso de los Estados Unidos al citar a Abraham Lincoln.

Lo mejor de Romney

- Muy hábil a la hora de plantear guiños sobre su cercanía con respecto a la clase media. "Conozco a una señora cuyo marido ha tenido cuatro trabajos en los últimos tres años..." "Sé de un empresario mediano que ahora mismo..." 
- Buena comunicación gestual con las manos. Expresivo pero sin estridencias.
- Consigue calmar a sus electores más mayores cuando les hace saber que no deben temer con respecto a sus coberturas sociales médicas públicas.
- Avala su gestión futura con su gestión pasada como Gobernador.
- Buen uso de las preguntas retóricas


Lo peor de Obama

- Comedido en exceso en su comunicación con las manos.
- Expresiones poco contundentes del tipo "Yo creo que esto solucionará el problema de..."
- Contacto visual huidizo (no miraba ni al otro candidato ni a la cámara ni al público) cuando tenía respuestas poco contundentes.
- Cuando citaba estudios no citaba alguno en concreto.

Lo peor de Romney

- Algún que otro balanceo cuando se encuentra refutando.
- Sonrisa muy poco empleada, demasiado serio.
- Apenas hay manejo de recursos de voz básicos como la voz o las pausas valorativas, excepto en alguna ocasión.

martes, 5 de junio de 2012

¿Conversadores pero no oradores?


¿Por qué en nuestro país somos buenos conversadores pero malos oradores? Somos dados a largas tertulias y conversaciones. Nuestro abanico de dichos incluye numerosísimas opciones en las que está presente la conversación de tú a tú. Sin embargo, encontraremos muy pocas relacionadas con la oratoria. Las causas pueden ser múltiples: escasa tradición oratoria, una dictadura relativamente reciente, un sistema educativo que fomenta los conocimientos pero no las habilidades. Etc, etc. pero ¿De qué sirve encontrar las causas? Lo cierto, lo real, es que hay un déficit oratorio en España.

Cuando en TVE emitieron los programas Tengo una pregunta para Usted  y acudieron el ex presidente Zapatero y el ahora Presidente Mariano Rajoy algo quedó patente. Los políticos necesitan mejorar sus habilidades oratorias. En efecto, no es algo nuevo, no estamos ante un hecho noticiable. Para muchos espectadores los protagonistas eran los políticos. Para un servidor no. Según mi visión el público fue el protagonista. El público lo pasaba realmente mal cuando les llegaba el momento de formular su pregunta. “Qué nervios” “No he pegado ojo” eran algunas de las expresiones antes de formular sus preguntas. Me pregunto ¿Cuándo se han llevado a cabo iniciativas similares en los EE.UU. pasaba lo mismo? Me respondo no.

Como decíamos antes las causas serán múltiples pero las soluciones pocas, concretas y evidentes. Casi, me atrevo a afirmar que una. Los españoles somos muy buenos en algunas cosas pero sobre todo en quejarnos. Lo segundo en lo que somos muy buenos es en no hacer nada después de quejarnos. El hecho de quejarse puede ser bueno pues desahoga y es necesario. De hecho, es fundamental quejarse para hacer algo nuevo. Quassare, de donde se deriva quejarse, en latín quiere decir golpear. Es cierto, hay que destruir lo viejo para hacer algo nuevo. No obstante, ahí es dónde fallamos. No hacemos nada nuevo. Nuestros representantes políticos, en buena parte responsables de la educación, hacen prácticamente lo mismo que sus predecesores. Ninguno hace algo por fomentar la oratoria y las capacidades de comunicación en el alumnado. En cualquier caso no debemos pasar esa patata caliente a la clase política. Eso es un plato que tenemos que comernos entre todos. Padres, educadores, educandos, empresa privada, administraciones públicas… todos, absolutamente todos los actores sociales podemos hacer algo por fomentar el fortalecimiento de la oratoria en nuestra sociedad. ¿Por qué ni anima a sus hijos a que reciten el último poema o cuenten algo en la tertulia familiar? ¿Por qué no anima a sus hijos a pedir por todos en el restaurante o en el bar cuando la familia sale a tomar algo? ¿Porqué los maestros no enseñan algo de oratoria a sus alumnos? ¿Porqué los directivos y directivas no confían en sus colaboradores para hacer una presentación ante un cliente? ¿Por qué no invierten en formación? “Es caro, es lento, es imposible…” La plétora de excusas, que no razones, puede ser inabarcable, desde luego. En nuestra mano está solucionar esto. Si pensamos que la educación es cara deberíamos saber lo costosa que es la ignorancia. No digamos: “Es imposible”. En su lugar preguntémonos ¿Cómo?

miércoles, 16 de mayo de 2012

The adventure of learning negotiations


Last week the semester was over at the University and so it was one more year the subject Business Negotiations. The subject pretends to introduce the students what negotiations is basically about and how to be sensitive to this every day skill. I always tell the students that far away from what I can teach it is more important what they learn. Therefore here it is what 2102 class from Business Negotiations learnt at ICADE. I did not know how to summarize one semester in a class so I just told them “Please, individually. If you guys had to teach five things about negotiations to your sons and daughters what would you teach them?” Afterwards we got them into groups and made a selection of their ideas. Here is what they learned:

1 Power is something you perceive. When negotiating you deal in perception of power more than any other thing. Respect others as people not just as a means to an end.

2 Act friendly and consider the other as a person and treat him or her as such.

3 Be creative. There is always an alternative when negotiating.

4 Do not be afraid to ask for what you want.

5 Ask questions to find out what the other part wants.

6 Tell the other part how their actions make you feel.

7 Be friendly and create a good and strong relationship.

8 Listen carefully without interrupting and keep eye contact.

9 Win-win situations are often, but not always possible.

10 Be Prepared!! As much as possible!!

11 Never lie unless you have legitimate facts to support it and make it believable.

This is what they learned. Now here is what trough my academic and private life I discovered this year about negotiations.

1 Best professor in Negotiations is and will be yourself. No need to read that much or attending to training programs. You are your best professor if you want to.

2 Learn from experience. The more you practice the better you will become.

3 Do not feel bad for not wanting to negotiate. Sometimes you need distance so take distance and time. Negotiate when you want to and when you feel prepared.

4 Respect yourself when negotiating and when not negotiating.

5 Listen to your feelings. They matter because they are part of you.

To all of 2012 Business Negotiation class students. Thank you so much for a wonderful semester and for a great learning opportunity. Good luck in life!!!

lunes, 7 de mayo de 2012

Debatir para crecer


Hace una semana se celebró el 18º aniversario del nacimiento de la sociedad de debates de la Universidad Complutense en la que me crié como debatiente pero sobre todo como universitario. El acto del viernes pasado fue verdaderamente emotivo. Debate entre viejas glorias (me situaron en esa categoría) y jóvenes promesas del debate de la UCM, imposición de bandas para los que finalizaban sus estudios y discursos de clausura de Javier Mula y Rocío de Meer (Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria y Presidenta de la Sociedad de Debates Complutense, respectivamente). La Sociedad de Debates Complutense, un año más seguía siendo la Sociedad de Debates decana de España.

El acto fue como tal lo de menos. Lo más enriquecedor fue el camino recorrido hasta ese viernes pasado. El 24 de Marzo de 1994 se llevó a cabo el primer debate académico tal como los conocemos hoy en día. Desde aquel día en que ocho alumnos nos lanzamos a debatir sin saber muy bien para qué ni porqué 18 años más tarde encontramos pleno sentido. Miguel Ortega, director del que fuera la primera sociedad de debates no imaginaba en lo que se llegaría a convertir todo aquello. Entonces el sentido estaba muy claro para Miguel: hacer estudiantes universitarios de verdad. Desde aquellos años hasta ahora el sentido en muchos casos se ha desvirtuado en muchas sociedades de debate y hoy nos encontramos con que una estupenda herramienta educativa se emplea en algunos casos con un fin meramente lúdico o puramente competititivo. En todos estos años he visto de todo en el mundillo del debate: entrenadores de debate que escriben los discursos a sus debatientes, cargos académicos que se enrabietan porque sus alumnos han perdido un debate o debatientes amargarse por no haber pasado de ronda. Lo respeto pero no lo comparto en absoluto. Un Club de Debates no debe ser una fábrica de egos debe ser un proyecto educativo.

El fin de un club o Sociedad de Debates ha de ser educar para crecer, ayudarnos a aceptar las cosas que vienen y que no nos gustan, a pensar por uno mismo, escuchar al otro y reconocerlo en tanto como persona. Muchos de los antiguos debatientes no pudieron asistir al acto de finales de abril en el que la Sociedad de Debates UCM se hacía “mayor de edad”. Sin embargo el espíritu desde su creación estaba muy presente. Jose Miguel y Beatriz fueron dos de los miembros más entusiastas en la construcción de aquel Club de Debate y aunque no pudieron asistir (viven fuera de España) nos enviaron un correo electrónico cuyo final reproduce con exactitud lo que ha de ser una sociedad o club de debate “Gracias por tenernos en cuenta a los 2, somos una pareja fruto de aquella semilla y lo llevamos en el corazón (…). Puedes hablar de nosotros si quieres esta noche como "la pareja que surgió preparando el debate sobre la energía nuclear, 12 años ya felizmente expatriados en Alemania, 2 niños a los que tratamos de enseñar sobre todo a escuchar y a pensar por sí mismos, que es lo que aprendimos gracias a la SDD". Eso es una sociedad de debate. Para eso estamos y para eso somos, para que nos ayuden a crecer y hacer lo propio con otros.

domingo, 19 de febrero de 2012

Ese no cambia

Las personas cambian si lo desean y si ven modelos inspiradores en los que ese giro sea posible. Seamos honestos, nos sale más cómodo que sean los otros los que hagan ese esfuerzo titánico de ser distintos. Si queremos que alguien mejore, de hondo, apliquémonos la máxima de San Anselmo "Si el consejo anima, el ejemplo arrastra".

Seamos honestos. A casi ninguno nos gustan los cambios. Los detestamos y en la medida de las posibilidades los cambiamos. No nos encontramos ante nada nuevo. Seamos honestos de verdad. ¿A usted no le gustaría que le tocase la lotería? Y ¿recibir una herencia de un pariente lejano? No nos gustan los cambios pero, entre todos, jugamos ingentes cantidades de dinero a la lotería con la esperanza de que la diosa Fortuna nos señale elegidos. Sin embargo, los clásicos eran sabios, tanto en Roma como en Grecia, Fortuna y Tique respectivamente, eran diosas del azar. Aquí viene lo interesante del azar bueno y del azar malo. Así, se distinguía entre la Fortuna Bona y de la Fortuna Mala. A los españoles de hoy en día no nos ha llegado tan sabia distinción y así las cosas a los cambios que no nos gustan les llamamos cambios (o disgustos). Por el contrario, a los cambios que nos agradan no les llamamos de ninguna manera en concreto sino que mencionamos el hecho en sí y ya está. A nadie le gusta que entre un superior distinto en la empresa cuando se estaba tan a gusto con el jefe que hacía la vista gorda y dejaba llegar tarde, por ejemplo.

La cuestión está en que no asumimos los cambios y lo peor de todo no los queremos asumir igual que un niño pequeño niega la realidad que no le es favorable. Un joven publicitario, a meses vista de su matrimonio afirmaba que el hombre se casa esperando que la mujer no cambie y esta, a su vez, se casa esperando que su pareja cambie. La sentencia, dicho sin ironías, aunque poco precisa tiene bastante de cierto. El matrimonio como la empresa, en cuanto a unión de intereses, está compuesto por personas y como corresponde a nuestra naturaleza albergamos expectativas positivas de los demás respecto a nosotros. Cuando esas expectativas se ven frustradas los hay que abandonan y los hay que pasan a la acción. Las dos opciones son legítimas puesto que son muy humanas. La segunda opción puede entrañar ciertos peligros pues el término acción se puede entender de muchas maneras y no todas válidas ni eficaces. Si lo que pretendemos es cambiar a los demás, moldearlos y modelarlos a nuestro gusto y que sean como nosotros queremos es muy posible que estemos cayendo en un error. No por el hecho de que sea poco ético o no. Consideraciones éticas al margen, si consideramos que a las personas se las puede cambiar encomendémonos a San Judas, patrón de las causas perdidas. No pretendemos ser antropológicamente pesimistas y decir que la gente no cambia. Lo que afirmamos es que a la gente difícilmente se la cambia. En efecto, cuando a usted le han intentado cambiar, a usted, no a sus comportamientos; cuando han querido que fuese otra persona; cuando han querido que al menos aparentase ser otra persona algo comenzaba a funcionar de manera anómala. Al tiempo, poco o mucho, usted se habrá revuelto y se habrá revelado. Todos hemos conocido el caso de los padres que desean que su hijo seaabogado o su hija sea ingeniera, cuando estos quieren ser otra cosa. Lo más normal es que el hijo sea abogado pero que sea un abogado triste o que la hija sea ingeniera pero que se sienta poco afortunada. La anécdota de un potencial estudiante de historia cuyo padre quería que este fuese piloto aludiendo al argumento salarial es pertinente. A trancas y barrancas el chico accede a surcar los aires y a falta de dos asignaturas para poder obtener el título de piloto este cuelga los estudios y se matricula en la que era su pasión, la historia. No se puede poner puertas al campo. 

Solemos afirmar, con pesadumbre, que la gente no cambia (como si nosotros fuésemos capaces de ello). En efecto la gente no cambia, sobre todo si la pretendemos cambiar. No podemos conseguir que el empleado sea como nosotros queremos que sea. Como mucho podremos conseguir que haga las cosas de otro modo pero en lo que se refiere al ser no podremos hacerlo cambiar. ¿A usted le gusta que le digan cómo ha de ser? "Tienes que ser más..." "Debes ser menos..." "Siempre has sido..." son expresiones que al otro no le ayudan a cambiar sino que precisamente le pueden reforzar. Y además ¿con qué derecho le decimos al otro que debe ser de tal o cual manera? Simplemente porque ¿no le gusta cómo soy? Si no le gusta como soy es problema del otro. Cuidado que no nos referimos a cómo hacer las cosas o cómo le afectan al otro, pero ser como uno es un todo. Se es o no se es, pero como tal nos han de aceptar y como tales les hemos de aceptar. El problema de que unos cambien a otros radica en que el cambiador coloca automáticamente al otro en una posición de inferioridad y eso provoca la reacción del otro. 

Las personas solo cambian su ser si quieren, si lo desean de verdad. Ese es un trabajo individual y lo que es más, íntimo. El resto: podemos ayudar, podemos colaborar, ser acompañantes, guías... llamémosle como queramos pero es labor del otro. Así el primer paso para que alguien cambie es que reconozca que de veras quiere ser otro y otro mejor. Hasta entonces no habrá de cambiar. Pero ¿la gente cambia? Sí, si quiere y si inicia un proceso de trabajo interior y exterior que le lleve a ello; una terapia psicológica, una experiencia transformadora, una experiencia traumática… No se cambia, de hondo, un poema o una conversación o por una sola lectura. Quede claro que cambiar es una opción y un trabajo personal. 

Mientras tanto ¿qué podemos hacer con la gente que decimos que no cambia? Las opciones son varias: 

Respetar y aceptar la forma de hacer y de ser del otro (mientras no suponga un perjuicio para nosotros. La aceptación que el otro es como es y que no podemos darle entrada en nuestra vida para luego cambiarle es un primer paso. Si se le toma, se le toma con todo lo que trae no solo una parte de su ser (casualmente lo que nos gusta). O se acepta o no. No vale decir que sí al trato y a posteriori poner las condiciones de la relación. Si le intentamos cambiar es que no le hemos aceptado. Tenemos que asumir que a nuestros compañeros de oficina no les preocupa el presupuesto de publicidad o de marketing como a nosotros. ¿Es respetable? Claro que lo es. Del mismo modo que queremos que nuestras opiniones sean respetadas debemos hacer lo propio no solo con la opinión sino con el que la expone. 

Ayudar a cambiar es muy distinto de obligar a cambiar. Sugiere cambios en la forma de hacer pero nunca reprochemos la forma de ser. Si no aceptamos que alguien es como es y se lo reprochamos "es que nunca has sido capaz de..." "siempre has hecho..." son críticas a la persona en global puesto que el otro no es capaz de deshacerse de su forma de ser o de hacer. Por todo ello es mejor pedir cambios alcanzables y eso es más agible desde el hacer que desde el ser. Jacques Paradis, lo expresa con finura al explicar su relación paterno filial en la obra Cómo perdonar a nuestros padres: "Supongo que a estas alturas habrán comprendido que la pelea constante no era para mis padres un paliativo, sino la expresión de su naturaleza profunda. ¿Y podemos reprochar a una persona su naturaleza profunda? Podemos reprocharle a alguien pequeños detalles de su comportamiento, injusticias, olvidos, incluso errores graves, pero reprocharle a alguien su naturaleza profunda equivale sencillamente a reprocharle que existe." Si reprochamos al otro cómo es difícilmente cambiará. El caso, verídico, de una mujer que cuando le dijo a su jefe que estaba embarazada, este le contestó: "Pues tenemos un problema". Ahí queda la respuesta de un 'genio' del management y sobre todo del sentido común. 

Cambiar nosotros. ¿Y si el problema lo tenemos nosotros? ¿Hay que llamar la atención sobre todo lo que nos molesta de los demás? No tenemos respuesta para eso. Para lo que sí tenemos respuesta y bien contundente es que tenemos que poner límites no ante la molestia pero sí ante el dolor. Aunque solo sea para que luego no podamos quejarnos de que la otra persona no sabía el dolor que nos ocasionaba. No se trata de poner a los demás en su sitio se trata de que los demás conozcan nuestro límite. A ellos ya les colocará su vida. Las personas cambian si lo desean y si ven modelos inspiradores en los que ese giro sea posible. Seamos honestos, nos sale más cómodo que sean los otros los que hagan ese esfuerzo titánico de ser distintos. Si queremos que alguien mejore, de hondo, apliquémonos la máxima de San Anselmo "Si el consejo anima, el ejemplo arrastra".